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Las andanzas de Lu*

El meu carrer...

El meu carrer...

Estoy escuchando a Serrat...

De hecho lo escucho muy a menudo, cuando quiero volar, cuando quiero reconocerme, cuando necesito volver a creer, cuando preciso estar en casa, cuando necesito estar aquí.

Es curioso lo que este personaje ha hecho en -y con- mi vida. Él no tiene la culpa de tantas y tantas corredurías, pero si es responsable de que me echara a la mar. Una de las cosas más representativas e importantes de mi vida, fué mi paso por Cataluña... Mi primera noche de San Juan... oh! aquella noche de San Juan, para todos mis amigos catalanes era algo tan común y tan de cada año, pero para mí representó la vivencia una canción de cuna, la canción de la infancia.

¿Cuándo fué la primera vez que escuché a Serrat? Francamente no lo recuerdo, era muy, muy, pero muy pequeña. Siempre estaba de fondo en las charlas de sobre mesa, en las tardes haciendo la tarea.. Nuevamente fué mi padre quien me llevó a Serrat (con la leche templada y en cada canción...) En mis tardes de adolescente, cuando encerrada en mi cuarto, no quería ver nada ni a nadie, un casette y algún disco de vinilo; le robé los discos a mi padre, en realidad él me los heredó sin decir nada.

Mis amigos, mis tardes de noviazgo, mis mañanas de domingo y las noches de desvelo... Era un pequeño dormitorio con la ventana abierta hacia al infinito, en donde yo soñaba fugarme y jugar con las estrellas. Fuí una joven sutil, me parece no haber dado muchos dolores de cabeza, pero siempre fuí rebelde - a mi manera - rebeldía por saber, por moverme, por alejarme de mi hogar...

Yo no nací en el Mediterráneo pero ahí pude aflorar mi verdadera personalidad, mi total libertad fué completada en aquellas playas. En Rubí, la ciudad más bonita del mundo, yo seguía caminando y haciendo camino; en mis regresos a mi tierra, si, Serrat mediaba entre mi padre y yo.

Ahora, muchísimos años después, sigue acompañándome, haciéndome sentir en casa, unifica mis tres hogares, junto a mis padres, junto a mis alas y junto a mi amor. Lo he visto cantar en vivo algunas ocasiones y siempre consigue arrancarme la sonrisa, la piel de gallina, la añoranza y las lágrimas.

Los grandes a veces no comprenden la magnitud de sus obras, él ni siquiera sabe quién soy y no me importa que lo sepa, pero si un día pubiede tenerlo frente a mí, lo miraría a los ojos y le diría ¡Gracias! Mis 32 años de vida los has acompañado y los has hecho especiales. Siempre recurro a tí cuando necesito remontar el alma, encontrar excusas y soluciones, estudiar, relajarme y sonreír o simple y llanamente: Cantar.

Earween*

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